viernes, 9 de octubre de 2009

LETRAS DE CHILE.....




Dos artistas de Santiago de Chile, para saborear de sus letras y degustar un poco mas de este país del sur...


DANILO GARCES

Un joven Chileno , quien es vocalista de una banda musical y escritor de una bella poesía.Comparte estas pasiones con su gran amor , su pequeña hija Amanda.

Solo por las ganas

Solo por las ganas y la pérfida melancolía entumecida
Solo por placer y desconsuelo
Solo por los entusiasmos recobrados e igualmente inútiles
Por un deseo o por capricho inmaduro

Deposito mis entrañas en el centro de la hoja
Y voy con mis dedos esparciendo la sangre grana
De las mil carcajadas de tu brutal alegría infértil

Una vez mas, invadiendo están mis ojos tu boca seca
Y yo me río de vociferar tus atardeceres almidonados
Llenos de lisonjas anémicas y sin sentido

Piso, evoco y balbuceo mis dolores
Entendiendo que la luna es un espejo vacío
Y que el brasero encendido de los días
Solo se fue por un rato de mi pecho y mis espaldas

Que tarde más que temprano se vendrán sobre mí de nuevo los infiernos
Las caricias remojadas de vértigo
Y un delicado beso de mañanas tibias
El pan, las miradas, las brutales bienvenidas
Y la luna de vidrio vacío

Para que vuelvan a devorarme los dolores
Solo por las ganas, el placer y el desconsuelo



Sin armas

Arrodillado y sin esperanzas
Soy un guerrero desnudo frente a tu ejército
Un animal herido frente a tus plagas
Un corazón abierto en la boca de un lobo

Vulnerable, abandonado a mi suerte
Derrotado y sin uñas ni dientes
Con hambre y sed bajo tu sol inclemente
Espero que saques el sable
Me rodees orgullosa
Lances tierra sobre mis ojos
Y disfrutes al matarme

Un toro de rodillas
Un ave que cae vomitando sangre
Un cristo abandonado
Un niño desnudo y lleno de golpes
Un miserable asesino lleno de culpas y lamentos

Dejé caer sobre ti todos mis años
Derramé sobre tus calles carnavales y bailes frescos
Hurgué en la memoria de tus soledades
Sembrando verdes caricias sobre tu desértico valle

Y tu, muda y sin ojos
Te comiste mi boca entera
Mis manos blandas
Mis piernas grandes

Soy un niño que reclama y llora metido en otros brazos
Que esconde su cabeza entre cojines para no ser mirado

Hiciste de mí un hombre solo
Te quedaste a mi lado para secar mis aguas
Para pasearte descalza sobre mi vientre
Y dejarme con hambre

Mis oídos insisten en tu nombre
Mi boca reclama tu áspera lengua
Cada día mis ojos inventan denuedo tu rostro
Y mis manos salen a buscar una espalda como la tuya

Soy un guerrero desnudo y sin armas
Espero tu espada en mi cuello
Para cerrar los ojos y seguir viviendo




Osadía

Y si como un ángel me dejara destilar sobre tu ventana?
Huyendo de la inservible timidez que me viste día y noche
De los múltiples desastres que sacuden a mis piernas.
Cuando tu, frente a mi, simple como un charco
Te transformas en el vicio de mis ojos

Cuando me deshilachas sin pensarlo
Dándole besos palabra a palabra a la brisa que te cubre
A los vientos que recurren a tu pelo por soledad, por capricho disfrazado
O simplemente por que no hay mejor nido que tus ojos para el soplido de las nubes

Y si una mañana simplemente me dibujo abrigando tu espalda
Y te digo, sin saber si tú me escuchas, que tus orejas son dulces
Y que algo entre tu cuello y tu hombro me obliga a sonreír en silencio para no despertarte.



NIBALDO VILLALOBOS

OTrA oPorTuNidAd.

El cielo se rompe a pedazos y no es de ese color.
El sol no era más que un ojo envidioso y estéril
del verde

El anciano que presenciaba la muerte del día
Le abrió sus piernas a esa muerte esperada con codicia.
y comenzó a eyacular terriblemente por la boca sin dientes
Ni risa.

Los niños interrumpieron sus juegos y
Crecieron rápidamente,
y comenzaron a robar joyas, semillas, unos cuantos platos,
mucha ropa grande y sucia para sus cuerpos.
Para vivir los nuevos tiempos con el cielo roto.

Cuando saltar al vacío no es más intenso
Que un puto momento, aparecen esos ojos,
Ojos lejanos, negros, cafés, no sé de que color.

El cielo no está roto, ni el sol envidioso,
Los niños llenan las calles (no de hambre),
Los viejos mueren en paz y con dientes blancos.


Entonces, decide no vivir ese momento aún,
Y esperar a que el corazón se abra.

Té con gris

Para prepara el té amargo, bien amargo
Es fundamental tener mucha, pero mucha pena.
Entonces la lengua se hace arisca,
Desde su desgaste entre los dientes
Hasta su nacimiento en las entrañas de las vísceras.

En lo posible, el día debe ser gris,
De lo contrario es recomendable
Degradarlo con una ambición enérgica de invierno.
En ningún caso se debe conmemorar la lluvia meridional,
Ya que esta enaltece el alma del que desea sentir el cuerpo agrio.
Piensa a lo menos una forma rápida de sucumbir
O escuetamente espera que el té amargo
Haga su trabajo bestial.

Si después de un par de horas sigues vivo
Dobla la dosis de té pero esta vez agrega canela negra,
Sólo una ‘pizca’, pues esta es pésima para la liberación de residuos
Como sudor, excreción, vapores y no ayuda a la retención de esperma.
Dilata las pupilas hasta su detonación (pero seguirás vivo)

Por último, caminar, sí, caminar.
Un sendero es apropiado.
La idea es quebrar la mayor cantidad de pétalos otoñales
Diseminados en la tierra hasta que tu marcha se vuelva sorda.
No mirar jamás atrás
Hasta que el té te oculte entre los árboles.

Yo no sé si de vida me quedan
Cien años o tan sólo un ocaso.
No tengo la más mínima idea
Sobre la identidad de la célula
Que tramita suicidarse dentro de mí.
No quiero entender las formas de
los cataclismos, ni ver dragones o ángeles
haciendo piruetas sobre el tejado de mi casa,
y haré lo mortalmente posible
para no escribir cartas de despedida.

Sin embargo, le entregaría a la muerte
cada uno de los treinta y seis mil quinientos días
que duran cien años.
Aceptaré ángeles, dragones y duendes
jugando ‘cacho’ en la mesa de mi casa.

Te entregaré todo mi egoísmo, esperanzas y el ocaso
que aguardo manso cuando los días me llevan y traen
por las veredas como resignado de pasillo.
Todo a cambio de caminar a su lado,
cualquier día, a cualquier hora, con o sin ocaso.
Sólo me basta la decidida coyuntura de tus manos entre las mías.
Y no ser ciego para amar la innegable
Libertad de tus pupilas.

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